LA DEMOCRACIA ESPAÑOLA Y LOS ASESINOS DE ETA: EL DOLOR QUE NO CESA
Justo en la despedida de agosto ha llegado la noticia: El Ministerio del Interior ha acordado con el Gobierno vasco el acercamiento de 13 presos de ETA a cárceles vascas, entre ellos, algunos de los asesinos más sanguinarios de la banda, carentes, todavía hoy, de un átomo de arrepentimiento.
No importan los argumentos legales, de doctrina penitenciaria europea e internacional, ni siquiera los rifirrafes entre los partidos políticos (absolutamente TODOS, una vez en el poder, han seguido exactamente la misma política penitenciaria con los etarras, para olvidarlo convenientemente en cuanto pasan a la oposición).
Lo que importa, en realidad, es la dolorosa ironía: unos despiadados asesinos se aprovechan de la misma democracia que intentaron derribar asesinando.
Y en medio de ese circo de acusaciones cruzadas, benevolencias naif y tecnicismos, están las víctimas. Está la sangre, está la ausencia, está la sobrevida con heridas físicas y mentales, están las familias destrozadas. En definitiva, está el dolor.
Por eso, es perfectamente comprensible la reacción del presidente de la Asociación Andaluza Víctimas del Terrorismo y de la Federación de Asociaciones Autonómicas Víctimas del Terrorismo, Joaquín Vidal, quien ha afirmado : «Al parecer, sólo nos queda a todos los españoles peregrinar a esos santuarios vascos con ramos de flores y dádivas para adorar el ejemplo asesino de los etarras».
Vidal lleva en su cuerpo las huellas de esos asesinos y sabe muy bien de lo que habla. Mientras la asociación se desgañita con unos y con otros planteando situaciones cotidianas de las víctimas del terrorismo andaluzas, estos asesinos irredentos, plenamente orgullosos de haber asesinado, son tratados con guante blanco, arropados por el manto benevolente de la misma democracia que intentaron destruir con sangre.
Tratar a los asesinos de ETA como al resto de los presos comunes es una injusticia y una afrenta a las víctimas del terrorismo. Da igual si es legal o cuántos gobernantes lo hayan hecho antes. Y es todavía mayor afrenta cuando no se percibe similar eficacia democrática ni rapidez en la persecución de los actos de enaltecimiento del terrorismo que un día sí y otro también tienen lugar en el País Vasco. O cuando la memoria de las víctimas, la necesidad de su testimonio y su propio relato de lo vivido, se va diluyendo entre otras prioridades y urgencias del país y el mundo, e incluso se intenta reescribir y distorsionar por el entorno de los terroristas, quienes, increíblemente (y a diferencia de las víctimas), no parecen tener restricción alguna de recursos para esos fines.
Toca a las víctimas, una vez más, alzar la voz. Los nuestros, como mucho, descansan bajo su tierra natal, o tuvieron que sobrevivir a duras penas durante años, sin acudir a la venganza, sin devolver disparos o explosiones o caer en la trampa del «ojo por ojo y diente por diente».
Pero tenemos voz. Gústele a quien le guste y pésele a quien le pese. Tenemos voz. Y memoria. Y por eso, hoy publicamos la lista de los ASESINOS acercados a su tierra natal. NO son simples reclusos. Son crueles y sanguinarios asesinos en serie.
- Asesino Javier García Gaztelu, alias Txapote, histórico jefe de la banda terrorista, catalogado como «de la línea dura», es decir, de esa línea de pensamiento según la cual dejar de matar fue una decisión táctica más, obligada por las circunstancias, y por tanto, si las circunstancias cambian, será lícito volver a asesinar. Ingresó en prisión el 15 de diciembre de 2005 y cumple una condena acumulada de 30 años por asesinatos, atentado y secuestro, entre otros delitos. Acumula penas que superan los 500 años de prisión por, entre otros asesinatos, los de Miguel Ángel Blanco; Fernando Buesa y su escolta, Jorge Diez Elorza; Fernando Mújica; Gregorio Ordóñez; José Luis López de Lacalle y de los jóvenes guardias civiles Irene Fernández y José Ángel de Jesús, en Sallent de Gállego (Huesca).
- Asesino Henri Parot, Unai, preso en un centro de León desde 1990 con una condena acumulada de 41 años por 39 asesinatos, homicidios y atentados.
- Asesino Aitor Aguirrebarrena Beldarrain, ingresó en una cárcel asturiana en septiembre de 2009 por una condena de 30 años.
- Asesino Jon Bienzobas Arretxe, en una prisión de Palencia desde 2018 por una condena a 266 años por asesinatos y delitos de terrorismo.
- Asesino Manex Castro Zabaleta, desde Cantabria, condenado a 40 años y en prisión desde 2009.
- Asesino Óscar Celarain Ortiz, desde un centro de Soria, en el que se encontraba desde 2008 por una condena a 30 años por asesinatos, estragos y tenencia de explosivos.
- Asesino Juan Manuel Inciarte Gallardo, desde una cárcel cántabra en la que ingresó en agosto de 2009 para cumplir una condena de 30 años por asesinato.
- Asesino Félix Alberto López de la Calle Gauna, Mobutu, en un centro penitenciario de Asturias desde 2016 en cumplimiento de una pena acumulada de 30 años.
- Asesino Eider Pérez Aristizabal, desde una cárcel de Zaragoza, donde cumple una condena de 30 años desde marzo de 2001 por atentado, colaboración con banda armada y tenencia de explosivos.
- Asesino Juan Luis Rubenach Roiz, en una cárcel cántabra desde abril de 2019 por dos acumulaciones de condena de 30 años por asesinato, asesinatos en grado de tentativa y estragos.
- Asesino Jon Igor Solana Matarrán, desde Zaragoza, donde cumplía una condena acumulada de 30 años desde el 2000 por asesinatos, homicidios y atentados, entre otros.
- Asesino José Antonio Zurutuza Sarasola, desde un centro de Burgos, en el que ingresó en diciembre de 2007 para cumplir una condena de 30 años por asesinatos.
- Asesino Ismael Berasategui Escudero, desde Logroño, con una pena de 25 años por una condena por estragos e incendios, tenencia de armas y explosivos y falsificación.