En la Asociación Andaluza Víctimas del Terrorismo condenamos de forma rotunda la cínica manipulación, las mentiras flagrantes, el retorcimiento del lenguaje y la justificación de sus crímenes realizados por el terrorista José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, alias Josu Ternera, en el documental «No me llame Ternera», estrenado en el Festival de Cine de San Sebastián y de próxima incorporación al catálogo de Netflix en diciembre.
Resulta que quienes sufrimos el acoso, la persecución, el asesinato de nuestros seres queridos y la destrucción de nuestras familias a manos de los asesinos etarras, ahora tenemos que escuchar a este criminal afirmar que para ETA «la violencia armada nunca ha sido un objetivo en sí», llamar «acciones» a los atentados y los tiros en la nuca, culpar al Estado por los niños muertos en los atentados contra las casas cuarteles de la Guardia Civil y por las vidas segadas en el atentado de Hipercor de Barcelona o incluso negar su etapa directiva, particularmente sanguinaria, al frente de ETA.
Resulta que después de tres mil atentados, 864 muertos y un total de siete mil víctimas, hay que escuchar a este arrogante asesino afirmar tranquilamente que el propósito de ETA no era en absoluto hacer terrorismo; su objetivo no era hacer víctimas, sino provocar daños».
Declaraciones como estas no solo hieren la dignidad y la sensibilidad de las víctimas del terrorismo, sino que tergiversan y frivolizan hasta un grado insoportable la verdadera historia del terrorismo etarra y contribuyen a su descarada justificación y blanqueamiento.
A la Asociación Andaluza Víctimas del Terrorismo le parece inadmisible el abominable contraste entre el esfuerzo y la dedicación que nos cuesta sacar adelante nuestro trabajo de comunicación y de sensibilización social contra el terrorismo, con una financiación siempre insuficiente, y la alegría con que productoras privadas y empresas poderosas invierten su dinero y su prestigio en ponerle cámaras, micrófonos y tribunas a un asesino etarra. Sería muy deseable, y ético, que los fondos de responsabilidad social corporativa de las empresas apoyaran con semejante interés a las víctimas del terrorismo.
Hechos como este demuestran cuánto se necesita avanzar aún en España en el relato verídico de más de medio siglo de terrorismo etarra, en la difusión del testimonio de sus víctimas y en la deslegitimación social del terrorismo. Por eso, hoy más que nunca, no nos callaremos. Mantendremos nuestra voz bien alta. Contra la mentira, contra la manipulación, por la verdad y por la vida, repetimos bien alto: ¡Siempre con las víctimas, nunca con los asesinos!