El 11 de marzo de 2004 la Unión Europea instituyó este día como Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo en una histórica resolución donde declaró su apoyo y solidaridad con las víctimas y sus familiares, así como con las organizaciones y colectivos que los amparan.

Esa decisión respondió al mayor atentado terrorista sufrido en territorio europeo: los atentados yihadistas del 11-M en los trenes de cercanía de Madrid, donde fueron asesinadas 193 personas y alrededor de 2.000 heridas.

Lamentablemente, el terrorismo no ha dejado de golpear a Europa en los 15 años transcurridos desde esa fecha. La lista es larga y dolorosa: los atentados en el transporte público de Londres el 7 de julio de 2005 dejaron un saldo de 56 personas muertas y 700 heridas; en tanto, en noviembre de 2015 en París diversos atentados suicidas acabaron con la vida de 137 personas e hirieron a otras 415.

Y si siguiéramos la estela de destrucción y muerte del terrorismo en el mundo, este acto de hoy sería prácticamente interminable. En uno de los más recientes atentados, en febrero pasado en Burkina Fasso, fue asesinado el misionero salesiano cordobés Antonio César Fernández.

España es un país que ha sufrido especialmente el terrorismo. En los últimos años, el yihadista, y antes, el de ETA. Y las víctimas del terrorismo andaluzas somos el testimonio vivo de ese sufrimiento.

El terrorismo puede cambiar de rostro, pero se resiste a morir. Los atentados de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils, ejecutados por una célula yihadista de la localidad gerundense de Ripoll, demuestran que el fenómeno de radicalización violenta -en particular entre jóvenes socialmente inadaptados- es un peligro latente que toda la sociedad debe seguir con atención y en cuya prevención la ciudadanía tiene un papel fundamental, con la denuncia anónima a través de los canales establecidos por el Ministerio del Interior, que incluye la aplicación móvil AlertCops.

Según cifras oficiales, solo en el año 2018 fueron detenidas en España 29 personas, por su presunta vinculación con el terrorismo yihadista; y en estos escasos dos meses de 2019 esa cifra ya llega a 20. En total, desde el 11 de marzo de 2004, hay 797 detenidos en España y otros 109 apresados en otros países por investigaciones españolas en cooperación con otras naciones. Desde aquí, nuestro reconocimiento y gratitud a los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado por su abnegado y valiente trabajo.

Como afirmara en días pasados el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska: «estas detenciones son solo la punta del iceberg. España ha pasado de ser un potencial objetivo de propaganda yihadista, a soportar una amenaza real y duradera. De ahí que sigamos manteniendo el nivel 4 de amenaza que se refuerza en circunstancias concretas».

En tales circunstancias, las víctimas del terrorismo andaluzas —reunidas en torno a nuestra querida asociación con sus casi 25 años de trabajo— somos más conscientes que nunca de la necesidad de nuestra voz y nuestra presencia, no solo para construir un relato veraz de lo ocurrido en nuestro país, sino también como el testimonio mayor de la sinrazón, la injusticia y la inutilidad del terrorismo.

Una y otra vez alzaremos nuestra voz para afirmarlo: NO hay antecedentes históricos, ideologías, ni proyectos políticos de ningún tipo capaces de justificar la violencia terrorista. Porque el terrorismo NO tiene justificación ni legitimación alguna.

La vida es el más sagrado de los derechos y absolutamente NADIE puede ni debe atentar contra ese elemental derecho humano. El sufrimiento y la injusticia del mundo NO se solucionarán por medio de la ciega violencia, porque la violencia solo engendra más violencia, destrucción y odio.

Solo el diálogo, la cooperación, la capacidad de escucharnos y conocernos, la convivencia plural y diversa y el respeto a la vida podrán construir un mundo mejor para las futuras generaciones en todos los rincones del planeta. 

POR LA MEMORIA DE NUESTRAS VÍCTIMAS,

POR LA LIBERTAD, POR LA VIDA:

¡DIGAMOS UN NO ROTUNDO AL TERRORISMO!